martes, 20 de diciembre de 2022

CELEBRACIÓN DEL 370 ANIVERSARIO DE FRAY JUAN DE MOLINA Y ENTRENA


El venerable mercedario fray Juan de Molina y Entrena, nacido en Carenas (Zaragoza) en 1579, murió bajo un halo de santidad en el desaparecido convento de San Lázaro de Zaragoza el 20 de diciembre de 1652. Como señaló Neyla del padre Molina: "Predijo la hora de su muerte dichosa que acaeció el día 20 de diciembre de 1652, quedando su cuerpo hermosísimo y flexible; viéndose al momento de su tránsito luces como estrellas sobre su celda , que subían y bajaban. Fue enterrado en la Capilla del Ecce Homo del Convento de San Lázaro. En la vida de este venerable se refieren cosas maravillosas y notables prodigios". Aprovechemos para pedir gracias a Dios por intercesión del venerable fray Juan de Molina y Entrena.



 © Texto e imágenes de María Pilar Saura Pérez 

viernes, 25 de marzo de 2022

CONSAGRACIÓN DE RUSIA Y UCRANIA AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

El Papa Francisco pronunciará el viernes 25 de marzo de 2022 esta plegaria para consagrar a la Virgen María a las naciones en guerra:

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: «¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

Tú, “tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El sí que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

Que a través de ti la Divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres «fuente viva de esperanza», disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.



CONFERENCIA SOBRE EL MERCEDARIO FRAY JOSÉ ABAD POR Dª ANTONIA BUISÁN EN EL MUSEO DE HUESCA

Durante las IV Jornadas sobre la Universidad Sertoriana, la investigadora Dª Antonia Buisán Chaves realizó una interesante ponencia sobre "José Abad (1603-1667) profesor de la Facultad de Teología", cuyos restos se encuentran en el claustro del San Pedro El Viejo.




En el siguiente blog figura un resumen e imágenes del acto celebrado el pasado 23 de marzo de 2022 en el Paraninfo del Museo de Huesca:

https://javiergarciaanton.com/index.php/2022/03/23/argumentos-sertorianos-que-explican-la-excelencia-cultural-de-huesca/

Para conocer en profundidad la vida y obra del mercedario fray Joseph Abbad se puede acceder en el siguiente enlace:

http://www.sanpedroelviejo.com/pdf/fray-joseph-abbad.pdf


 © María Pilar Saura Pérez 

 

lunes, 20 de diciembre de 2021

CELEBRACIÓN DEL 369 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE FRAY JUAN DE MOLINA

 CELEBRACIÓN DEL 369 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE FRAY JUAN DE MOLINA


El venerable mercedario fray Juan de Molina y Entrena, nacido en Carenas (Zaragoza) en 1579, murió bajo un halo de santidad en el desaparecido convento de San Lázaro de Zaragoza el 20 de diciembre de 1652. Como señaló Neyla del padre Molina: "Predijo la hora de su muerte dichosa que acaeció el día 20 de diciembre de 1652, quedando su cuerpo hermosísimo y flexible; viéndose al momento de su tránsito luces como estrellas sobre su celda , que subían y bajaban. Fue enterrado en la Capilla del Ecce Homo del Convento de San Lázaro. En la vida de este venerable se refieren cosas maravillosas y notables prodigios". Aprovechemos para pedir gracias a Dios por intercesión del venerable fray Juan de Molina y Entrena.

 



 © Texto e imágenes de María Pilar Saura Pérez 

jueves, 28 de octubre de 2021

ANIVERSARIO DEL BAUTISMO DE FRAY JUAN DE MOLINA

 

Celebración del 442 aniversario del nacimiento y bautismo del padre Molina

Seguimos recordando la figura de fray Juan de Molina nacido en 1579 en el pueblo de Carenas (Zaragoza) y bautizado del 28 de octubre. Murió el 20 de diciembre de 1652 en el convento de San Lázaro de Zaragoza bajo un halo de santidad.


A continuación figura su estampa para pedir gracias por su intercesión: 


© Texto e imágenes de María Pilar Saura Pérez

jueves, 21 de octubre de 2021

ORACIÓN POR SIMONE Y PETICIÓN DE INTERCESIÓN AL PADRE MOLINA

 ORACIÓN POR SIMONE

Nos piden desde Roma que la Comunidad Mercedaria a petición de su madre rece por la curación del niño Simone afectado por una enfermedad desconocida y letal. Le pido la intercesión al padre fray Juan de Molina y Entrena que murió en 1652 bajo un halo de santidad en Zaragoza.










martes, 28 de septiembre de 2021

CELEBRACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED 2021

 CELEBRACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED


El pasado 24 de septiembre se celebró Nuestra Señora de la Merced, que inspiró la fundación de la Orden de la Merced en 1218, en la parroquia de Nuestra Señora de Cervellón de Madrid. Aprovechamos para pedirle que proteja a España de la pandemia de covid y a toda la Comunidad Mercedaria y a todos nuestros familiares y amigos. También que se pueda emprender la causa de fray Juan de Molina del que se aproxima el 442 aniversario de su nacimiento en Carenas (Zaragoza) y que murió en 1652 en el convento de San Lázaro de Zaragoza bajo un halo de santidad.


© Texto e imágenes de María Pilar Saura Pérez